2011 · 08 · 03 • MarÃa M. Delgado, Blog Palestina en el Corazón
Feministas de EE.UU. denuncian el apartheid y llaman al boicot
Entre el 14 y 23 de junio de 2011, una delegación de 11 académicas, activistas y artistas visitamos los territorios Palestinos ocupados.
Justicia Para Palestina: Llamado a la acción solidaria emitido por indÃgenas y mujeres de color feministas
Entre el 14 y 23 de junio de 2011, una delegación de 11 académicas, activistas y artistas visitamos los territorios Palestinos ocupados. Como indÃgenas y mujeres de color feministas involucradas en múltiples causas por la justicia social, buscábamos afirmar nuestra colaboración con el creciente movimiento internacional por una Palestina libre.
QuerÃamos ver con nuestros propios ojos las condiciones en las que la población palestina vive y resiste como resultado de lo que hoy podemos denominar, con absoluta certeza, como el proyecto israelà de apartheid y limpieza étnica. Todas y cada una de nosotras -incluyendo aquellas participantes que crecieron en el sur de Jim Crow, en la Sudáfrica del apartheid, y en las reservas indÃgenas en Estados Unidos- nos conmocionamos con lo que observamos. En esta declaración describimos algunas de nuestras experiencias y emitimos un llamado urgente a todos quienes comparten nuestro compromiso con la justicia racial, igualdad y libertad.
Durante nuestra corta visita a Palestina, nos reunimos con académicos, estudiantes, jóvenes, lÃderes de organizaciones cÃvicas, funcionaros electos, sindicalistas, dirigentes polÃticos, artistas, y activistas de la sociedad civil, asà también como con residentes de los campamentos de refugiados y aldeas que han sido recientemente atacados por soldados y colonos israelÃes. Cada una de las personas que conocimosâen Nablus, Awarta, Balata, Jerusalén, Hebrón, Dheisheh, Belén, Birzeit, Ramala, Um el-Fahem, y Haifaânos pedÃan que contemos la verdad sobre como se vive bajo la ocupación y de su compromiso inquebrantable con una Palestina libre. Nos ha impresionado profundamente la insistencia de la gente en explorar vÃnculos entre el movimiento por una Palestina libre y las luchas por la justicia en todo el mundo, algo que nos recuerda a Martin Luther King, Jr., quien insistió durante toda su vida: âLa justicia es indivisible. La injusticia en cualquier lugar es una amenaza a la justicia en todas partes.â
Al viajar en autobús por todo el paÃs, notamos un gran número de asentamientos israelitas abominablemente erigidos en los cerros, dando testimonio de la confiscación sistemática de tierras palestinas en violación flagrante del derecho internacional y de las resoluciones de las Naciones Unidas. Nos reunimos con refugiados de todo el paÃs, cuyas familias habÃan sido desalojadas de sus hogares por las fuerzas sionistas, sus tierras confiscadas, sus aldeas y campos de olivos arrasados. Como consecuencia de este constante desplazamiento, los palestinos hoy constituyen la mayor población de refugiados en el mundo (más de cinco millones), de los cuales la mayorÃa vive a no más de 100 kilómetros de distancia de sus hogares natales, pueblos y tierras de cultivo. Desafiando la resolución 194 de las Naciones Unidas, Israel mantiene una polÃtica activa de obstaculizar el derecho de los refugiados palestinos a regresar a sus hogares y tierras ancestrales, una polÃtica basada en la creencia de que los palestinos no tienen derecho a ejercer la ley de retorno israelÃ, la cual está reservada para judÃos.
En Sheikh Jarrah, un barrio del este de Jerusalén ocupada, conocimos una mujer de 88 años de edad quien fue desalojada por la fuerza en medio de la noche y que luego vio, apenas dos horas más tarde, cómo los militares israelÃes colocaban a los colonos judÃos en su casa. Ahora vive en los cuartos pequeños de la parte de atrás de lo que fue su residencia familiar. De manera desafiante, ella afirmó que ni los tribunales ni el ejército de Israel podrán jamás sacarla a fuerza de su casa.
En la ciudad de Hebrón, nos quedamos sorprendidas por la presencia notable de soldados israelÃes, quienes mantienen verdaderas condiciones de apartheid con la población de esta ciudad de casi 200.000 habitantes palestinos, en comparación con sus 700 colonos judÃos.
Cruzamos varios puestos de control israelÃes diseñados para controlar el movimiento palestino en las carreteras de Cisjordania y alrededor de la LÃnea Verde. Durante toda nuestra estadÃa, nos encontramos con palestinos a quienes, debido a la anexión israelà de Jerusalén y a los planes para eliminar a su población nativa, les ha sido negada la entrada a la Ciudad Santa. Hablamos con un hombre que vive a diez minutos de Jerusalén, pero que no ha podido entrar a la ciudad desde hace veintisiete años. El gobierno israelà sigue librando una guerra demográfica por la dominación judÃa sobre la población palestina.
Nunca pudimos ignorar la presencia hostil de la barrera o pared del apartheid que aparecÃa por todas partes, la cual se erige ignorando el derecho internacional y los principios de derechos humanos. Esta construcción de veinticinco metros de altura, compuesta de bloques de concreto, cercas electrificadas y alambre enrollado de púas, casi cubre completamente Cisjordania y se extiende al este de la LÃnea Verde marcando las fronteras de Israel antes de 1967.
El muro serpentea a través de antiguas hileras de olivos, destruyendo la belleza del paisaje, dividiendo comunidades y familias, separando agricultores de sus campos y privándolos de su sustento. En Abu Dis, la pared pasa por la mitad del campus de la Universidad Al Quds atravesando el campo de fútbol. En Qalqiliya, vimos portones fortificados construidos para controlar el ingreso y el acceso de los palestinos a sus tierras y hogares, y un corredor cercado a través del cual los palestinos, con permisos cada vez más raros expedidos por Israel, son procesados cuando entran a Israel para trabajar, contribuyendo con la economÃa del mismo estado que los ha desplazado. Los niños palestinos no están exentos de ser obligados a pasar por corredores similares, haciendo largas filas -durante horas, dos veces al dÃa- para asistir a la escuela. En las palabras de un colega palestino que conocimos, âPalestina ocupada es la cárcel más grande del mundo.â
Un extenso sistema penitenciario refuerza la ocupación y suprime la resistencia. Por todas partes que fuimos conocimos personas que habÃan sido encarceladas o que tenÃan familiares que lo habÃan sido. Veinte mil palestinos están encerrados en las cárceles israelÃes, al menos 8.000 de ellos son presos polÃticos y más de 300 son niños. En Jerusalén, nos reunimos con miembros del Consejo Legislativo Palestino, quienes están siendo protegidos de ser arrestados por el Comité Internacional de la Cruz Roja. En Um el-Fahem, conocimos a un lÃder islamista justo después de salir de prisión y escuchamos un fascinante relato de su experiencia en el Mavi Marmara y la Flotilla de Gaza del 2010. La criminalización de sus actividades polÃticas, y de la de muchos palestinos que conocimos, era un tema constante y desgarrador.
También llegamos a entender cómo la represión abierta es reforzada por las representaciones engañosas del Estado de Israel que se promueve como la democracia social más desarrollada de la región. Como feministas, deploramos la práctica del Estado israelà de pintar la ocupación de âcolor de rosaâ presentando gran apoyo a la igualdad sexual y de género. En Palestina, encontramos consistentemente evidencias y análisis con un enfoque más sustantivo para trabajar por una justicia indivisible. Nos reunimos con la Presidenta y las lÃderes de la Unión Ãrabe Feminista y con grupos de otras mujeres en Nablus, quienes nos informaron sobre el papel y las luchas de las mujeres palestinas en varios frentes. Visitamos uno de los más antiguos centros de apoyo para mujeres en Palestina, Inâash al-Usra, y aprendimos sobre diversos proyectos culturales generadores de ingreso. También conversamos con âPalestinos Queers por BDSâ [Boicot, Desinversión y Sanciones], un grupo de organizadores jóvenes que consideran la lucha por la justicia sexual y de género como parte integral de un marco amplio para la auto-determinación y liberación. Colegas feministas de la Universidad de Birzeit, An-Najah, y Mada al-Carmel nos hablaron del nexo orgánico que existe entre la resistencia anticolonial con igualdad de género y sexual, asà como de la función transformadora que las instituciones palestinas de enseñanza superior tienen en estas luchas.
Durante nuestra estadÃa, siempre nos sentÃamos inspiradas por el espÃritu profundo y constante de resistencia, en las historias que la gente nos contaba, en los murales dentro de edificios como Ibdaa Center, en el campamento de refugiados de Dheisheh, en consignas pintadas en el muro del apartheid en Qalqiliya, Belén, y Abu Dis, en la educación de niños pequeños, y en el compromiso con la producción de un conocimiento emancipador. En nuestra reunión con el Comité Nacional por el Boicot, la alianza que reúne a más de 200 organizaciones de la sociedad civil palestina -incluida la Unión General de Mujeres Palestinas, la Unión General de Trabajadores Palestinos, el Boicot Académico y Cultural Palestino a Israel [PACBI], y la Red Palestina de Organizaciones No gubernamentales- nos conmovimos con su pedido: âNo pedimos una acción heroica o brigadas de libertad. Simplemente les pedimos no ser cómplices en perpetuar los crÃmenes del Estado de Israel.â
Por lo tanto y de manera inequÃvoca, nosotras respaldamos la campaña de Boicot, Desinversión y Sanciones. El propósito de esta campaña es presionar a las instituciones patrocinadas por el Estado israelà a respetar el derecho internacional, los derechos humanos básicos, y los principios democráticos como condición básica para relaciones sociales justas y equitativas. Rechazamos el argumento de que criticar al Estado de Israel es antisemita. Nos unimos a los palestinos, a un número creciente de JudÃos, y a otros activistas de derechos humanos en todo el mundo en la condena de las injusticias flagrantes de la ocupación israelÃ.
Hacemos un llamado a todos nuestros colegas académicos y activistas en los EE.UU. y en otros paÃses a unirse a nosotras respaldando la campaña de BDS y trabajando para terminar con el apoyo financiero de EE.UU. de $ 8,2 millones diarios, para el Estado de Israel y su polÃtica de ocupación. Hacemos un llamado a todas las personas de conciencia para participar en un diálogo serio sobre Palestina y para reconocer los vÃnculos entre la causa palestina y otras luchas por la justicia. La injusticia en cualquier lugar es una amenaza a la justicia en todas partes.
Rabab Abdulhadi, San Francisco State University*
Ayoka Chenzira, artista y cineasta, Atlanta, Georgia
Angela Y. Davis, University of California, Santa Cruz*
Gina Dent, University of California, Santa Cruz*
G. Melissa GarcÃa, Candidata Doctoral, Yale University*
Anna Romina Guevarra, autora y socióloga, Chicago, IL
everly Guy-Sheftall, autora, Atlanta, GA
Premilla Nadasen, autora, New York, NY
Barbara Ransby, autora e historiadora, Chicago, IL
Chandra Talpade Mohanty, Syracuse University*
Waziyatawin, University of Victoria*
* Exclusivamente para fines de identificación.
Julio 12, 2011
Para preguntas, favor escribir a [email protected]
Fuente: Publicado en español por AWID. Versión original en inglés en el sitio de BDS Movement.
Fotos: Activestills e integrantes del EAPPI.
MarÃa M. Delgado, Blog Palestina en el Corazón