2021 · 02 · 08
Belén hoy: Resistencia que no rompe el muro
Belén y Palestina: ocupación militar, opresión, colonización, robo de tierras, apartheid, movilización forzada, desigualdad, pobreza, militarización, violencia y atropellos y un muro que la toma y divide, y afecta todo lo económico y social
Por Gilma de los Ríos T, Comunicadora Social, escritora
“La cicatriz de Belén”, en inglés, “Scar of Betlehem” por Banksy. La "estrella" corresponde a un disparo israelí
En 2019, se dio a conocer este pesebre del famoso gafitero y artista inglés Banksy, en The Walled Hotel, su hotel enclaustrado, que inauguró en Belén en 2017. El pesebre se encuentra con un fondo muy diferente a los cuadros y pesebres que vemos y hacemos: el paisaje es un muro que tiene en su parte alta, la huella en forma de estrella que dejó el disparo de un proyectil. La obra la denominó el artista “La cicatriz de Belén”, en inglés, “Scar of Betlehem”, y en la palabra scar reemplaza la tradicional star de Belén.
El hotel se presenta como “el de peor vista del mundo”, pues limita con un muro altísimo, pero es un lugar que por su originalidad y alto nivel simbólico de resistencia, se ha convertido en lugar turístico. Algo borrosas aparecen las palabras paz y amor como grafitis, los que son muy comunes sobre el muro. Por supuesto esta imagen impactó al mundo. Resumía la tragedia que vive Belén y Palestina hace mucho, que tantos no parecen ver o quizás desconocen, y que expresa más de mil palabras sobre la realidad actual de Belén.
La otra imagen es el dibujo del artista Polyp, de la que también se ha escrito mucho, sobre lo que hubiera ocurrido si en estos tiempos, hubiesen querido José y María llegar a Belén. Pues tal como lo ilustra, Nazareth y Belén están ahora separadas por un muro de 10 metros de altura, y este serpentea y se adentra en ella. También hay muro para que sus habitantes puedan llegar a Jerusalén. Belén está cercada por tres partes. Pero antes de llegar a su destino, en ese viaje hipotético a Belén hoy, encuentran que hay varios check points, puestos de control para los palestinos. Y es posible también, que hubiera un alto riesgo para madre e hijo de morir en uno, sin lograr acceder a un servicio de salud o alguna asistencia humanitaria. Así ha ocurrido con muchos partos de mujeres atrapadas en un retén, en medio de su propia tierra, y han sido muchas las víctimas, mujeres y recién nacidos, por esta razón. En este recorrido también encontrarán campos de refugiados palestinos que debieron abandonar sus casas o tierras, y verán asentamientos israelíes ocupándola, algunos muy violentos contra los palestinos.
Ya en Belén a los futuros padres de Jesús se les dificultaría entrar, y tal como lo muestra la imagen serían requisados por militares armados; se les exigiría mostrar permisos de movilización, y se los podría considerar sospechosos o de alta peligrosidad y detenerlos, como a diario sucede con muchos palestinos, con el argumento – si no lo hay, como es casi siempre – de prisión preventiva. De ello no escapan los niños, y circulan, cada rato, imágenes de niños detenidos por militares de forma violenta, sin ningún respeto a su condición de infantes. Este maltrato tan común y evidente, debería mover al mundo entero, si es cierto como decimos, que proteger a los niños y sus derechos preferentes es una obligación de todos.
Pero ¿por qué este accidentado viaje? ¿Qué pasó en Belén y en Palestina?
Siglo XX: Guerras mundiales, regionales y partición del territorio
Belén 1890
Volviendo a inicios de siglo donde había quedado esta síntesis histórica, en 1917 sale a la luz la declaración Balfour, documento donde el gobierno británico respaldaba establecer “un hogar nacional para el pueblo judío en Palestina”. Y sin respeto alguno se decía en el momento: «no nos proponemos ni siquiera, consultar los deseos de los actuales habitantes». Desde el siglo XIX se había dado inicio al sionismo, movimiento ideológico y político fundado por Theodor Herzl, en el contexto de nacionalismos imperantes, y proponiendo, como lo enuncia el título de su más famosa obra, “El Estado judío”. Eligió al principio como lugar a Palestina, pero ante negativas de otros países en aceptar esa opción, pensó luego en Chipre, Argentina y Uganda, como otras posibles. Fue el gobierno británico quien, con la declaración citada, hacía resurgir el sionismo después de la muerte de Herzl, y definía la suerte del territorio palestino. Los británicos, expertos colonizadores y con ávidos intereses en la zona, respaldaban para su conveniencia la elección de tan estratégico lugar.
En 1919 se da origen a la Sociedad de Naciones, con propósito de paz internacional, después de la primera guerra mundial. Ese mismo año una tierra habitada, con una larga historia y rica cultura, se promovía como una tierra sin pueblo para un pueblo sin tierra, frase muy conocida y muchas veces repetida, que se afirma fue dicha en 1919, por el periodista judío británico Israel Zangwill. La región contaba con un millón de habitantes y el 90% era población árabe, pero el origen del sionismo dio inicio a la migración de judíos europeos.
En 1922 la Sociedad de Naciones, otorga a los británicos el denominado Mandato de Palestina, hecho que al igual que la declaración de Balfour, el pueblo árabe palestino rechazó. Las migraciones de judíos europeos se acrecentaron y se inició la primera revuelta palestina que duró de 1936 a 1939. Los británicos aplacaron de forma violenta la misma, con saldos que dejaron la destrucción de por lo menos 2.000 casas, unos 9.000 palestinos en campos de concentración, torturas y deportaciones a unos 200 líderes nacionalistas palestinos y por lo menos el 10% de la población masculina palestina, asesinada, herida, exiliada o encarcelada. Estos hechos violentos se repetirían unos años después, con cifras incalculables, por la limpieza étnica que emprendería el sionismo. En Palestina en general y en Belén, habitaba una gran comunidad campesina y agrícola. Y fue la población que más padeció por el desplazamiento forzado y la pérdida de su tierra, y con ello su posibilidad de sobrevivir. Muchos quedaron en calidad de refugiados en otras partes de Palestina o en el exilio en otros países vecinos o lejanos.
Sin haber podido evitar el inicio de la segunda guerra mundial, la Sociedad de Naciones dejó de existir. Después de la segunda guerra mundial, en 1945 se crea la ONU, con 51 países, Organización que formuló entre sus principales objetivos, la paz y la seguridad internacional, fomentar entre las naciones relaciones de amistad, promover el progreso social y el respeto por los derechos humanos. Pero una de sus primeras resoluciones de gran impacto, quizás prematura por su poco tiempo de creada y poco consensuada con los afectados, fue la partición de Palestina, que se recomendaba por votación mayoritaria de la Asamblea general, para separar la región árabe palestina y la que sería la judía. Contemplaba la creación de dos estados. La partición sería de 55% para los judíos y el 45% para los palestinos árabes, aunque los primeros sólo representaban una tercera parte de la población, y los lugares santos de Jerusalén y Belén, quedaban en protección internacional. Eso ratifica el desconocimiento que había en Europa de lo árabe, y todo lo que fueron ignorados o menospreciados en estos hechos que les competían directamente.
Los mapas ilustran cómo se va reduciendo el territorio de Palestina desde la partición y posterior ocupación.
La resolución 181 de noviembre de 1947, que no era de carácter vinculante sin que el Consejo de Seguridad se lo diera, dio origen a vías de hecho, sin que se expresara en ella cómo se implementaría, lo que en ese momento se recomendaba. Y el conflicto en la zona se agravó. Para muchos palestinos significaba, por su ubicación, quedar en territorio extranjero en lo que fue su propia patria, agravada su situación por la discriminación étnica adherida al sionismo, y el desconocimiento de los derechos de sus habitantes. Esto obligó a migraciones internas de miles de palestinos, en calidad de refugiados a otras zonas. Y paralelamente, desató una guerra árabe israelí en 1948, que llevaría a la Nakba, cuya palabra traduce catástrofe, y que obligó al desplazamiento forzado de 700.000 palestinos, dejando su tierra y sus raíces. Mientras tanto Israel, que casi de forma inmediata se asumió como Estado, iniciaba lo que denominaba su guerra de independencia. En este proceso el sionismo adquiere para muchos de sus seguidores un tinte religioso, legitimado en el Antiguo Testamento de la Biblia, en la que se buscó justificar su derecho a esa tierra, como la “prometida”. Esto me hace recordar otras historias del texto, como la de Josué, quien fuera uno de los líderes elegidos para esta conquista, que cuando llegó a Jericó, joya histórica de todos los tiempos, la invadió, destruyó y robó reliquias y riquezas, salvando sólo a una prostituta y su familia de la destrucción total, porque había alojado en su casa a dos espías que envió antes de la toma.
Cuando en la ONU se habló de partición, se definió también una línea divisoria que no era constituida como frontera, pero que establecía los límites que se respetarían entre las partes. Fue la denominada “línea verde”, que Israel rebasó muchas veces y con otros países, ya que el conflicto con los árabes era general. Vendrían varias guerras, siendo una de las más recordadas la de 1967, de Israel con varias naciones árabes y al declararse ganador tomó y ocupó más territorio, con el supuesto derecho que le daba su victoria. Después una de las zonas de Palestina más privilegiada que es Cisjordania, a la que pertenece Belén, se fue colmando de asentamientos israelíes, y ha sido expuesto últimamente el deseo del gobierno de Israel de anexarla.
Belén y al fondo las montañas de Jordania. Foto de Salwa Saieh S. Cortesía.
Veinte años después de esa guerra, surgirían las Intifadas. Esta palabra proviene del árabe y significa “agitación”, “sacudida”, “revuelta de las piedras”,“liberarse de algo”. Eran la protesta y rebelión del pueblo palestino, contra la ocupación israelí y los actos violentos que conllevó. La primera fue la de 1987 que duró seis años y terminó con el Acuerdo de Oslo de 1993, que hizo viable un acuerdo de paz y llevó a la creación de la Autoridad Nacional Palestina. La segunda fue de 2000 a 2004.
Belén fue declarada territorio autónomo palestino y se acordó fuera administrada por la Autoridad Palestina o Estado Palestino, lo que ocurrió en 1995, pero esto no frenó los asentamientos israelíes, que además se ubican aprovechando los recursos básicos de los palestinos, como el agua. Con la ocupación se empezó a construir un paisaje con carreteras que no podían ser transitadas por sus legítimos habitantes, y bloqueos al uso de las suyas, acompañado todo ello con una gran militarización, única forma de legitimar lo injusto. Y para protegerse o proteger los asentamientos según aducen, en 2002 se empezó a construir un muro. Un muro entre 8 y 10 metros de altura, coronado a veces con alambres de púas, y con múltiples puestos de vigilancia. En otras zonas de Palestina, la división se hace con barreras de alambre electrificadas. Las franjas de territorio que limitan con todas estas barreras, también son áreas de protección que deben ser desalojadas por los residentes.
Amanecer en Belén. Foto de Richard Tabash. Cortesía.
El muro partió a Belén y la ha llevado a la dura situación que atraviesa hoy. El muro separa familias, impide transitar libremente y es un símbolo real de opresión. Hay una historia que se repite cuando muchos campesinos viven en niveles de pobreza y sin su tierra, por la nueva realidad que afrontan. Hasta los olivos que tanto aman, son quemados y destruidos sin piedad, repetidamente, en manos de colonos de asentamientos de Israel. Estas dolorosas quemas no sólo atentan contra la vida y la naturaleza, sino que son golpes certeros en el corazón de un pueblo, que ha tenido al olivo por símbolo, motivo de orgullo, y base de su subsistencia. El muro rompe su conexión con sus cultivos. En Belén, por ejemplo, se denunciaba desde el 2010, que en la aldea de Beit Sahour, la mayoría de cultivos de olivo habían quedado separados de sus propietarios palestinos. Cuando esto sucede se requieren permisos especiales para acceder a ellos, que no son fáciles de conseguir, y aún teniéndolos, no siempre se puede cruzar. Otros tantos fueron arrasados como mucho más, con la construcción del muro.
Si uno piensa en el poder de los organismos internacionales frente a lo injusto y arbitrario, cuando estudia un poco esta historia comprueba, que existen decenas de resoluciones de la ONU condenando estos hechos, con tan duras consecuencias para los palestinos, pero que de nada han servido ante unos oídos sordos que simplemente las ignoran.
Muchas personas todavía repiten la frase de que el problema entre Israel y Palestina es religioso. Nada más falaz. Aunque en la historia antigua se cuentan muchas invasiones donde lo político se unía a lo religioso, el pueblo palestino siempre ha podido convivir en paz con las tres grandes religiones monoteístas, cristianos, musulmanes y judíos. Aún hoy tienen pactos de respeto y manejo de lugares sagrados que comparten en completa armonía.
Vamos a Belén
En un conmovedor video que circuló en diciembre, denominado “From Bethlehem”, el Reverendo Dr. Mitri Raheb, recuerda el valor que tiene para millones de personas de varias religiones esta Tierra Santa, donde hace 2000 años floreció la esperanza.
Pero de forma mesurada y valiente, denuncia también la situación dramática actual de Belén, después de la ocupación al pueblo palestino, la que denomina la más larga de la historia moderna. Habla de todas las consecuencias que ha traído a Belén y a Palestina: apartheid, movilización forzada, desigualdad, pobreza, militarización, violencia y atropellos y un muro que la toma y divide, y afecta todo lo económico y social. Al tiempo invita a visitarla y a ver su realidad, diciendo que la Biblia misma invitaba a ello. Y sin duda, es un lugar de peregrinación y turístico por excelencia. Los habitantes de Belén tienen esa característica esencial de los palestinos de su hospitalidad y gratitud por visitarlos. Si es una persona de raíces palestinas buscando o reencontrando su historia a través de un apellido, lo reciben como a un familiar. Si es un extranjero, todos están dispuestos a ayudarle con una cálida sonrisa de bienvenida. El turismo y las peregrinaciones han estado siempre, como un renglón muy importante de su economía
Belén. Foto de Richard Tabash. Cortesía.
Es natural que después del muro, el turismo se haya afectado mucho, y en gran medida se empezó a manejar desde Israel, en tours de sólo algunas horas en Belén. En algunos casos, me cuentan varios visitantes, que reciben en ellos propaganda negativa, creando miedo y desconfianza de estar allí y deteniendo el deseo de quedarse un poco más. Así no se puede decir que se estuvo en ella y poco se le aporta.
Para millones de personas en el mundo, hay una conexión mental y espiritual con Belén. Visitarla tan pronto se pueda de nuevo viajar, es sin duda apoyarla y enriquecer mucho nuestra cultura. Belén vive momentos críticos, agravados ahora por el covid, y todas las restricciones que lo rodean, además de las otras que le imponen a diario los ocupantes a sus habitantes. Visitar de verdad a Belén, es estar como mínimo varios días. Convivir con su cálida gente y escucharla. Aún en su difícil situación, la educación es de alto nivel y acceso, y nos llevan ventaja a nosotros en bilingüismo y niveles educativos. En Belén hay hoteles para todos los presupuestos, desde los más económicos para mochileros, hasta los de cinco estrellas. Se encuentra en ella además sus riquezas histórica y religiosa, y la artesanal y artística de los palestinos. Sus tallas en nácar o en madera de olivo, sus obras en vidrio y en cerámica, su música y el baile de su dabke, sus bellos vestidos bordados característicos de cada región en sus colores y diseños, la kufiya o el pañuelo palestino tan reconocido. La gastronomía inigualable de exquisitos platos palestinos, que son parte de sus raíces. Pero hay que insistir. Ese turismo que sea palestino, para que en verdad los beneficie.
La pequeña y sobria entrada a la Basílica de la Natividad. Su tamaño implica la reverencia para ingresar. Foto Yvette Jassir- Cortesía.
Fue largo este viaje, que reitero es una síntesis histórica, iniciado con el interés de conocer y acercar a Belén, y al abordarla aproximarnos también a Palestina.
Queda el deseo profundo de recorrer las calles de Belén, en la colina que la alberga, con el sueño de escuchar risas y juegos desprevenidos de niños felices, que sienten que hay futuro y esperanza. De visitar sus lugares sagrados de austera belleza y profundo significado. De ver sus campos de viñedos y olivos dando frutos y cuidados con amor y sin miedo. Poder decir que llegó el día que en Belén y Palestina habitan de nuevo en la paz y la justicia, que con amor le enseñara al mundo un gran hijo suyo. Pero aparece el muro que avasalla rompiendo el sueño, y recuerdo, conjurando el dolor que esta escisión produce, que hay algo que no puede romper: la resistencia de un pueblo valiente y resiliente, que repite y vive la frase de la reconocida poeta libanesa de ascendencia palestina Rafeef Ziadah: “Existir es resistir”.
Fuente: www.eje21.com.co