2008 · 06 · 06 • Ana García Jiménez, por Revista Pueblos

La otra intifada: mantener la identidad palestina en Jerusalén

Sumud en árabe significa Firmeza, la impenetrable solidez. Sumud es el sentimiento de apego a la tierra, es el espíritu de resistir ante todo. Sumud es también el principio adoptado por el movimiento palestino de liberación nacional de no abandonar la tierra. Sumud es un fondo monetario, establecido en la cumbre árabe de Bagdad de 1978, para desalentar la emigración de palestinos de los territorios ocupados por Israel en 1967. Sumud era el nombre de un campo de refugiados que resistía las políticas israelíes de reducir radicalmente el número de palestinos que viven en Jerusalén y que, en la primavera de 1998, fue arrasado. 75 familias quedaron sin techo.

Sumud en árabe significa Firmeza, la impenetrable solidez. Sumud es el sentimiento de apego a la tierra, es el espíritu de resistir ante todo. Sumud es también el principio adoptado por el movimiento palestino de liberación nacional de no abandonar la tierra. Sumud es un fondo monetario, establecido en la cumbre árabe de Bagdad de 1978, para desalentar la emigración de palestinos de los territorios ocupados por Israel en 1967. Sumud era el nombre de un campo de refugiados que resistía las políticas israelíes de reducir radicalmente el número de palestinos que viven en Jerusalén y que, en la primavera de 1998, fue arrasado. 75 familias quedaron sin techo.

Sumud es nombre de mujer en Palestina.

Sumud se llama hoy un colegio ocupado en Jerusalén por familias palestinas de ese campo de refugiados arrasado en 1998. Desde entonces este edificio es símbolo de la resistencia palestina. Allí se instalaron 20 familias. Todos palestinos de Jerusalén. Resistieron y siguen resistiendo las políticas de judaización de Jerusalén.

El edificio, situado en Jerusalén Este, en el barrio de Sheikh Jarrah, es un colegio sin terminar de Al Waqf al Ismami. Su construcción se paró por problemas económicos. Algunas familias del campo de refugiados que había sido arrasado por aquellas fechas lo ocuparon con el apoyo de la Casa de Oriente (oficina informal de la Autoridad Palestina), actualmente cerrada.

El colegio no tiene ventanas para todas las familias y el espacio está dividido en cubículos separados por chapas y maderas.

En la actualidad, de aquellas primeras 20 familias quedan pocas, y han ido ocupando su lugar otras familias pobres que no pueden encontrar alojamiento en Jerusalén debido al elevado precio de la vivienda y, como el resto de las familias, temen que les retiren el carné de jerusalemitas (carné de residencia) si residen en lugares más baratos, al otro lado del muro. La lucha para conseguir agua potable, luz, etc. no ha cesado desde la llegada de las primeras familias. Al ser un edificio inacabado, los más pequeños están expuestos a diario a cortes o accidentes debido a la gran cantidad de hierros y cascotes que se encuentran esparcidos por el suelo.

En paralelo a su lucha por la supervivencia cotidiana, siguen batallando por mantener sus derechos de residentes en Jerusalén.

Las políticas de judaización que se aplican en esta ciudad tienen como principal objetivo reducir la población palestina (véase cuadro número 6). El gobierno israelí, desde la ocupación de Jerusalén en 1967, considera a los palestinos como residentes y a Jerusalén, la capital del Estado hebreo (“eterna e indivisible”).

La administración israelí considera la residencia un privilegio, y, por tanto, puede revocarla en cualquier momento, de modo que las mujeres y los hombres palestinos de Jerusalén para mantener dicho "privilegio" deben estar totalmente en regla: quien no reside en una casa legal en Jerusalén, o no paga la arnona (impuesto sobre la vivienda), o no cotiza a la seguridad social o no tiene trabajo puede perder su derecho de residencia, lo que significa que deja de ser de Jerusalén, de la ciudad donde ha nacido, donde están sus orígenes y se convierte en "ilegal". La persona que se halla en esa situación de ilegalidad se ve obligada a vivir del otro lado del muro, y allí se encuentra con que la Autoridad Palestina no puede legalizar su situación, es decir, darle "papeles", pues eso significaría reconocer que los palestinos de Jerusalén pueden ser de Cisjordania y perder así su sueño de Jerusalén como capital del Estado Palestino.

También pierden la residencia quienes viven en el extranjero durante varios años. A pesar de que una persona que padece una enfermedad crónica desde antes de la ocupación en 1967 cotice todos los meses a la seguridad social, esta no se hace cargo de su tratamiento: el simple hecho de acogerse a la seguridad social palestina, que es más barata y si se lo garantiza, se convierte en motivo de expulsión. Los hijos de un matrimonio mixto (Cisjordano/a con Jerusalemita, Gazawis-Jerusalemitas) pueden olvidarse de obtener la residencia, y sus hijos e hijas nacidos en Jerusalén son "ilegales" en la ciudad que los ha visto nacer.

Las familias palestinas que viven en una casa antigua que necesita reforma, no pueden hacerla, el ayuntamiento de Jerusalén no da permiso, de modo que tal vez abandonen esa casa y busquen otra; si optan por construir una nueva, lo más probable es que renuncien: conseguir el permiso es prohibitivo (véase cuadro número 5) ya que solo entablar el litigio y pagar a buenos abogados puede acabar con el capital que se disponía para la construcción.

En realidad, no existen leyes, son regulaciones aleatorias y se modifican en virtud del objetivo de judaizar la ciudad. Durante el año 2006, el gobierno israelí batió todos los récords en su brutal política de judaización de Jerusalén: confiscó 1360 carnés de residencia a palestinos y palestinas, alegando diversas excusas como las ya expuestas.

La más habitual es considerar que la casa en la que viven es "ilegal", y, como consecuencia, se derriba, y sus habitantes pasan a no tener residencia; en otros casos, la excusa es que las personas —a quienes el precio astronómico de las viviendas ha expulsado de Jerusalén "intramuros"— han abandonado su residencia al irse a vivir a lugares más baratos; o, echan mano de impagos de impuestos, cotizaciones, etc.

El objetivo de Israel desde el 1967, fecha de la ocupación de Jerusalén, es mantener 2/3 de población judía y un tercio de población palestina, pero no lo ha conseguido, ya que las palestinas y los palestinos que se fueron a vivir, entre 1967 y 1994, a los barrios aledaños de Jerusalén (Azariye, Abu Dis y otros, actualmente en Cisjordania, tras el muro), alentados por el propio ejecutivo israelí — pues de esa forma seguían pagando impuestos, trabajaban como mano de obra barata y vivían fuera de la ciudad que se trataba de judaizar a todo precio— están regresando a Jerusalén, porque al haber pasado dichos barrios a pertenecer de facto a Cisjordania, estas personas corren el peligro de dejar de ser residentes de Jerusalén. Este fenómeno se ha acelerado con la construcción del muro. El regreso no es generalizado: no todos los que desean volver pueden, principalmente por motivos económicos.

La municipalidad de Jerusalén no consigue, pues, alcanzar esos 2/3 de población judía deseado, de modo que han optado por no censar. Si no pueden conseguir el objetivo con personas de carne y hueso lo logran en el censo. Tampoco crean leyes específicas para los residentes de Jerusalén: si los criterios antes expuestos se plasmaran en leyes sería como reconocer que Israel es el Estado de Apartheid en el que se ha convertido.

La destrucción sistemática de casas palestinas, la construcción del muro de separación y el incremento sostenido de las colonias existentes en territorios palestinos del municipio de Jerusalén es parte de la misma política de judaización de Jerusalén Este (véase cuadros número 4 y 6).

Creación de colonias israelíes en el Este de Jerusalén. Hay unos 185.000 judíos colonos en el Este de Jerusalén.

Trato discriminatorio a la población no judía en la ciudad.

Derechos de residencia: es el centro de sus políticas: hasta ahora unos 7000mil palestinos han perdido sus derechos de residencia porque han vivido o estudiado fuera por un periodo de tiempo.

La ley de reunificación familiar: desde el año 2002 han quedado congelados los procedimientos entre los ciudadanos palestinos-israelíes (Israel), los residentes permanentes (Jerusalén) y los/as esposos/as de territorios ocupados palestinos (Cisjordania-Gaza). Esta decisión ha afectado a unas 20.000 familias.

Restricciones para construir: desde 1967 Israel ha expropiado a Jerusalén Este el 34% del territorio para uso público y un 35% del territorio para la construcción de colonias israelíes. A los palestinos les queda un 13% de su tierra para construir y vivir. Las políticas discriminatorias de las zonas para construir en el Este hacen extremadamente difícil la construcción. A pesar de ello, las/os palestinos/as construyen sin permiso. Israel ha destruido más de 2000 casas en Jerusalén Este.

Tasas: los palestinos constituyen mas del 30% de la población (Este y Oeste) de Jerusalén y reciben un 5-10% de gastos en servicios sociales de Jerusalén, un 16.6% del presupuesto de educación y un 6.2% del presupuesto de la seguridad social. Aislamiento:

1.Desde Oslo en 1994, Israel ha prohibido la entrada a 3 millones de palestino/as de Cisjordania y Gaza a Jerusalén Esta medida se reforzó con la introducción del sistema de checks points y permisos.

2.El muro alrededor de Jerusalén Este: el muro se adentra profundamente en territorios de Jerusalén Este para anexionar las colonias israelíes que están alrededor de Jerusalén. se prevé que el muro alrededor de Jerusalén va a anexionarse un 5.6% de Cisjordania.

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Ana García Jiménez es técnica de proyectos para ACSUR-LAS SEGOVIAS en Palestina

Ana García Jiménez, por Revista Pueblos