2008 · 06 · 06 • Ricardo Mir de Francia, El Periódico de Cataluña / España
Mordechai Vanunu, que pasó 18 años en prisión por revelar el arsenal nuclear israelÃ, tiene prohibido salir de Jerusalén
Para sus compatriotas es un traidor de la peor calaña, un judÃo renegado que odia a los judÃos. Para sus admiradores es un mártir de la libertad de expresión, un apóstol contra la proliferación de las armas nucleares. Desde un punto de vista menos emocional, Mordechai Vanunu, el antiguo técnico del reactor nuclear de Dimona que reveló a la prensa británica en 1986 los secretos atómicos de Israel, es simplemente un hombre atrapado por su pasado. Ha cumplido rigurosamente una condena de 18 años de prisión, pero una vez reconquistada la libertad se le niegan los derechos de cualquier hombre libre.
Para sus compatriotas es un traidor de la peor calaña, un judÃo renegado que odia a los judÃos. Para sus admiradores es un mártir de la libertad de expresión, un apóstol contra la proliferación de las armas nucleares. Desde un punto de vista menos emocional, Mordechai Vanunu, el antiguo técnico del reactor nuclear de Dimona que reveló a la prensa británica en 1986 los secretos atómicos de Israel, es simplemente un hombre atrapado por su pasado. Ha cumplido rigurosamente una condena de 18 años de prisión, pero una vez reconquistada la libertad se le niegan los derechos de cualquier hombre libre.
Para toparse con Vanunu, nacido en Marruecos hace 53 años en el seno de una familia religiosa judÃa, solo hay que dejarse caer por las cafeterÃas de los hoteles con más solera del Jerusalén oriental y palestino. No tiene pérdida. Desde que salió de la cárcel, hace cuatro años, vive en libertad condicional. Tiene prohibido salir de Jerusalén sin permiso policial o acercarse a menos de 100 metros de cualquier embajada, puerto, frontera o aeropuerto. Tampoco se le permite hablar con extranjeros. Pero Vanunu está harto y ha optado por desafiar la condicional hablando con la prensa. "Quiero que me dejen salir de Israel. No tengo más secretos. Todo lo que sabÃa lo dije en 1986, y si algo queda es demasiado viejo", afirma a este diario.
Aquel año, este hombre menudo de piel oliva y calva rasurada protagonizó su sonada entrada en la historia. Tras nueve años trabajando en el reactor de Dimona "produciendo materiales para la bomba de plutonio", Vanunu abandonó la central y viajó al Sureste Asiático antes de recalar en Australia. Para entonces ya habÃa recopilado todas las pruebas necesarias para desenmascarar la polÃtica de ambigüedad nuclear mantenida hasta hoy por Israel, que ni afirma ni desmiente la posesión de armas atómicas. "No fue difÃcil sacar las fotos del reactor", confiesa frente a una cerveza palestina. "Cada dÃa iba al trabajo con una bolsa llena de libros donde guardaba la cámara. Nadie sospechó porque allà todos son patriotas".
En Sydney, Vanunu se convirtió al cristianismo y entró en contacto con el periodista del Sunday Times al que revelarÃa los detalles del arsenal nuclear israelÃ. "Lo hice para advertir al mundo de lo que un pequeño paÃs estaba haciendo. A paÃses como España no se les permite procesar uranio, debe hacerlo en Francia. Pero Israel lo lleva haciendo sin permitir las inspecciones internacionales desde los años 60", afirma.
La trampa del Mosad
DÃas antes de que el Times publicara que Israel tenÃa entonces al menos un centenar de cabezas nucleares, Vanunu fue secuestrado por el Mosad. Haciéndose pasar por una turista estadounidense, la agente Cheryl Bentov lo convenció para acompañarla a Roma y él, obnubilado por su debilidad por las mujeres hermosas, cayó en la trampa. "Era muy guapa, me dijo que querÃa ayudarme para llegar a EEUU", reconoce 22 años después.
Ahà empezó su calvario. Secuestrado y drogado en Roma, fue trasladado a Israel, donde se le acusó de traición y espionaje en un juicio secreto. Pasó 18 años en la cárcel, 11 de ellos en total aislamiento. Vanunu hizo lo posible para no volverse loco. Hablaba solo, cantaba, hacÃa yoga y veÃa la televisión. Desde que entró en prisión dejó de hablar o leer hebreo. Para irritar a sus carceleros incluso escuchaba a todo volumen las óperas de Wagner, el compositor favorito de Hitler.
Es difÃcil entender cómo Israel no descubrió antes los planes de Vanunu. Ya en la universidad, donde estudió fÃsica y matemáticas, criticaba la polÃtica de su paÃs. Participó en grupos estudiantiles por la reconciliación entre palestinos y judÃos e incluso salió a la calle a protestar contra el bombardeo israelà del reactor nuclear iraquà de Osirak en 1981. "Nunca me gustó este Estado judÃo porque no es una democracia. Se rige por la ley judÃa y discrimina a los palestinos", afirma ahora.
Ruptura familiar
Cinco años después de entrar en la cárcel rompió con su familia. Sus padres no aceptaron su conversión al cristianismo y fueron vÃctimas de la ola de odio contra el apellido Vanunu. Su padre, asegura, llegó a ser despedido de la sinagoga en la que ejercÃa de rabino. "Le decÃan que era el padre de Arafat. Lo siento por ellos, lamento haberles hecho daño", reconoce ahora.
El año pasado Vanunu volvió a ser condenado a seis meses de prisión por hablar con periodistas. Recurrió contra la sentencia y de momento vive en libertad condicional. Para AmnistÃa Internacional es un "preso de conciencia" que está siendo tratado de forma "cruel, inhumana y degradante". Noruega le ha premiado con el Nobel alternativo y varias universidades europeas han reconocido su lucha contra la proliferación nuclear. Pero a Vanunu no le sirve de nada. Sigue atrapado. Ha cumplido condena, pero le impiden salir del paÃs para volver a ser libre.
Ricardo Mir de Francia, El Periódico de Cataluña / España